miércoles, 16 de mayo de 2012

Placer



Uno de los placeres de la Dominación es deleitarse con la excitación de la sumisa. Llevarla, poco a poco, sin prisas, hasta ese punto en el que no piensa nada más que en el placer, que no desea más que ser usada sin contemplaciones, que vendada busca con ansia la piel de su Dueño. En esos momentos ver como se mueve con dificultad, como jadea y escuchar como gime, cuando halla lo que busca, es un juego delicioso. En esos momentos el Dominante usa la mente de su sumisa, la lleva a un punto en el que su deseo animal sobrepasa la humillación, la vergüenza y se convierte en orgullo de ser sumisa, en deseo de entregarse y dar más placer, de sentirse aún más en la mano de su Señor.

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