domingo, 7 de abril de 2013

La humillación de pedir, el placer de decidir






No me gustan las maquinas de obedecer. Quizás deba explicarlo mejor, no me gusta la actitud de una sumisa que se limita a esperar, que prefiere no pensar, que considera que su una función es únicamente la de obedecer. Es demasiado fácil, demasiado aburrido. Al principio es algo difícil para la sumisa, pero después se convierte en un punto tranquilo, pasa a ser algo fácil el limitarse a obedecer, a no pensar en esos momentos. Es más se puede convertir en algo tan placentero que le haga olvidar la entrega para convertirse apenas en una forma de obtener su placer personal.
Disfruto de la educación de una sumisa y no solo de su obediencia. Disfruto de su vergüenza, de su humillación, de sus lágrimas y de su placer, de su excitación y de su deseo. Y me gusta jugar con su mente, que sea consciente de su entrega incluso cuando no estoy. Me gusta que piense y considero un placer especial el ver como le cuesta expresar lo que desea. Porque para muchas sumisas, si no para todas, lo fácil y cómodo es esperar las órdenes y lo verdaderamente difícil y que hace que sean más conscientes de su condición, es confesar y expresar con gestos o con palabras sus deseos y sentimientos.
¿Nunca habéis sonreído cuando un perro os trae en la boca, sin que se lo hayáis pedido, una pelota porque desea jugar? Imaginad así a la sumisa, no solo desea jugar, se muere de vergüenza de decirlo, de suplicar ser azotada, follada, que su Amo la use pasando de ella y de su placer. Imaginad al Amo cuando ve llegar a la sumisa con la pelota en la boca. No solo sonríe al ver la actitud amistosa y juguetona del perro. Disfruta de ver la excitación en la cara de la sumisa, su vergüenza, su humillación, la ansiedad controlada de estar desnuda delante de su Dueño, de rodillas, con la cabeza baja, sin poder hacer más que esperar a que él acepte o deniegue lo que le ofrece y suplica. Notad al mirarla como siente por un lado el ridículo y por el otro como nota que se humedece cada vez más. Imaginad el placer que siente el Amo mientras se toma su tiempo pensando que hacer, jugar con ella, tenerla así ofrecida y con su mente indefensa y abierta o ignorarla sin más, porque es su poder el de decidir cuando, como y con quién. Pero, ¿no es verdad que ese poder es infinitamente más placentero cuando ella se abre y suplica?

1 comentario:

  1. Sus palabras me llegan a lo más profundo.
    Me apasiona la forma en que tiene de escribir y de plasmar tantos sentimientos, tantas emociones, tanto del lado del Dominante, como del lado de la sumisa.
    Yo, como sumisa, me siento totalmente identificada.
    Estoy deseando leer la siguiente publicación.

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